lunes, septiembre 20, 2004

(noticia) Las dos caras


juan carlos muñoz
puro cádiz. La agrupación emuló una fiesta de un patio de vecinos

JUAN VERGILLOS/La sal de Cádiz tardó en hacer acto de presencia. El grupo Pureza de Cádiz se acoge a una fórmula, la de tratar de emular una fiesta en un patio de vecinos, que desafortunadamente parece haberse consagrado entre los flamencos de otra cuna del cante, la ciudad vecina de Jerez de la Frontera. Consiste en la disposición semicicular en escena de una serie de intérpretes que repiten una y otra vez el mismo ritual: cante y pataíta por bulerías o tangos. Pureza de Cádiz es lo mismo que Sabor Jerez o el grupo de mujeres de la Peña Tío José de Paula. Una fórmula que está bien para una zambomba pero que no da tanto de sí como para estar más de una hora en escena. Al menos Pureza de Cádiz amplió algo el repertorio. Además de tangos y bulerías también sonaron, más o menos afinados, fandangos. Pero la gracia de Cádiz sólo saltó a escena cuando Gineto, con cerca de ochenta años a sus espaldas, se levantó y se acercó al micrófono. Dijo el Gineto su romance, dio su pataíta, y se volvió a sentar. Y luego Felipe Scapachini diciendo con su voz oscura, rozada, las alegrías de su tierra y las bulerías. Sin duda fue este último intérprete lo más destacado de la noche desde el punto de vista flamenco. El día grande del arte gaditano quedará pues para otra ocasión. Mesura, garbo, sutileza, luz. Eso fue lo que faltó la noche del sábado al domingo sobre el escenario del hotel Triana. Precisamente las características que no hace mucho definían al cante flamenco gaditano, en franco retroceso en los últimos tiempos, tal vez por la influencia de otras geografías flamencas más fotogénicas como la citada.

(leer +) [vía diario de jerez]