(noticia) Flamenco: Un homenaje por «cajones»
Fernando Iwasaki
Dentro de poco más de un mes se cumplirán dos años de la muerte de Manolo Soler (Sevilla, 1943-2003), uno de los artistas más geniales y carismáticos del flamenco, y su figura no ha recibido todavía el homenaje que su magnitud artística exige.
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¿Cuántos montajes y espectáculos fueron posibles gracias a Soler? ¿Cuántos montajes y espectáculos nunca más volveremos a ver sobre un escenario porque falta Manolo? ¿Cuántos discos y grabaciones pudieron llevarse a cabo porque Soler «cuadraba» a todo el mundo como si tuviera un metrónomo en el cerebro y un corazón a compás?
Israel Galván, Rafael Campallo y Rafael de Carmen le dedicaron una nueva versión de «Por aquí te quiero ver», pero poco más. Nada por parte del Ayuntamiento, ni de la Bienal, ni de la Junta, ni de la Diputación, ni nada de nada. Y me consta que algunas de las figuras más rutilantes del baile –por no hablar de Paco de Lucía- tienen una deuda enorme con Soler. ¿Tan difícil sería que algunos de esos compañeros se organizaran para elaborar un programa que además sirviera para que los hijos de Soler pudieran recibir lo que se recaudara en taquilla?
La maestría que Manolo alcanzó con el cajón peruano le hizo creer a mucha gente que Soler era «percusionista», pero quienes pudimos disfrutarlo al lado de María Pagés, Juana Amaya, Javier Barón, Israel Galván, Rafael Campallo y otros artistas, sabemos que era un bailaor extraordinario y un amigo maravilloso. Y qué magnífico profesor resultó Manolo Soler: exigente, riguroso, didáctico y disciplinado. Si no hubiera faltado alguna vez habría sido ya perfecto, pero Soler era mucho Soler y lo mismo un lunes estaba en Nueva Zelanda, el miércoles en Trebujena y el viernes de nuevo en Nueva Zelanda. No había maestro más querido ni artista más admirado.
(leer +) [vía flamenco-news]
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