miércoles, octubre 12, 2005

(noticia) Una figura transcendente

semblanza

LA Historia del Flamenco, como ocurre también en la del Arte, se compone de ciclos que conforman su evolución. En este devenir, existen figuras de vital importancia que hacen que los acontecimientos se desarrollen por unos determinados cauces. Cuando la Ópera Flamenca, caracterizada por la floritura vana y lacrimógena que levantara el aplauso fácil, llenaba teatros y plazas de toros, vino una personalidad arrolladora a cambiar el curso de la historia. Su nombre: Antonio Fernández Díaz, conocido como Fosforito desde 1956.

En ese año tuvo lugar el I Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba donde él se presentó cantando unos palos que ya casi habían caído en desuso por ser poco comerciales. Eso maravilló a aquel jurado que, abrumado, decidió concederle el primer premio absoluto.

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