(crítica) La soleá más cabal
Volvió 'Talegón de Córdoba' a La Rioja para disfrutar -como él dice- del silencio de los aficionados del Norte y demostró que hay pocos cantaores en el mundo que sean capaces de mantener un diapasón tan alto desde el primer tercio de los caracoles del inicio hasta esos tanguillos grasiosos con los que puso fin a su bonito recital.
PABLO G. MANCHA/
Quizás la del viernes no haya sido la mejor noche de este gran cantaor, al que se le vio por momentos algo precipitado, como si tratara de demostrar en cada quejío que uno se puede doler en ese mismo momento de todos los males que asolan al mundo y quedarse tan ancho. Dio la sensación de que el concierto se embaló desde el primer momento y que iba a resultar un milagro mantener tal intensidad dramática hasta el final.
Precisamente, esos caracoles con los que rompió el sonido -maravillosamente cantados y sentidos- fueron de tal magnitud, de tan enorme entrega, que sólo quedaba seguir con el diapasón más bajo o morirse allí mismo en el intento. Pero 'Talegón', lejos de darse cuartel, no consintió ni por un momento aliviarse y le salieron unos tientos bordados, con algún remate en los que parecía imposible no perder la respiración o el sentido, el compás o el conocimiento mismo.
(leer +) [vía la rioja.com]
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