domingo, septiembre 17, 2006

(crítica) Danza de fiesta y de muerte

xiv bienal de flamenco

Antonio pizarro

israel galván. Se inspiró en motivos taurinos para desplegar su poderoso baile.
ROSALÍA GÓMEZ

Los toros y el baile son dos artes que se asocian a menudo. Incluso sus libros reposan juntos en muchas librerías. Y es cierto que los toreros evolucionan a compás y que algunas figuras del baile flamenco se hicieron famosas imitando suertes del toreo, como Trini La Cuenca o el jerezano Estampío. Pero lo que ha hecho Israel Galván no tiene nada que ver con la mímesis o la búsqueda del efecto. Lo que ha logrado en este Arena que ya estranara la pasada Bienal, en colaboración con Pedro G. Romero, es sumergirse en el mundo de los toros, enfrentarse a todos sus tópicos y, a partir de ellos, descubrir sus verdades, las que su cuerpo siente como auténticas hasta el punto de aceptar el reto de expresarlas en forma de danza. Arena es pues, y sobre todo, un trabajo serio y logrado de un artista maduro, intuitivo y con un talento realmente extraordinario.

(leer +) [vía diario de sevilla]

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