(artículo) Aquí estuvo la Posada del Potro

JUAN JOSÉ PRIMO JURADO
MIENTRAS arrecian las críticas a la desfiguración del Puente Romano por el pavimento de granito rosa que se le ha instalado, en el horizonte se intuye una nueva desfiguración de un monumento histórico y emblemático cordobés. El pasado mes de agosto, el Ayuntamiento de Córdoba, a través de la Gerencia de Urbanismo, anunció que la Posada del Potro se iba a dedicar a Casa del Flamenco y Museo Fosforito, dotándola de una fonoteca, una zona de archivos y de consulta bibliográfica para investigadores, aulas de talleres para la realización de actividades de carácter formativo y salas de exposiciones, conferencias y conciertos. Todo ello conlleva una reforma del actual edificio. Las noticias que llegan de la aprobación del proyecto por parte de la Comisión de Patrimonio, tras reticencias de algunos de sus miembros, parecen indicar que dicha reforma será drástica.
La Posada del Potro es un espacio cordobés que arranca desde la Edad Media y alcanza fama nacional por el mundillo que en ella se desenvolvía. Miguel de Cervantes la refleja en «El Quijote» y en «Rinconete y Cortadillo». Agujeros del Potro, fabricantes de agujas, eran tres de los manteadores de Sancho Panza en el episodio de la Venta y el propio ventero había cursado estudios de picaresca en dicha Posada, según Cervantes, buen conocedor de esa parada de viajeros y aventureros, refugio de tahúres y mentidero que fue nuestra Plaza del Potro en los siglos XVI y XVII.

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