viernes, noviembre 10, 2006

(crítica) La belleza del baile oscuro


El Farruquito, su hermano Farruco y su primo Barullo, bailaores de primera agua. Habrá una nueva función el lunes 13.

BARULLO (16 AÑOS), FARRUQUITO (24), Y FARRUCO (18). Un trío de bailaores jóvenes que dominan un arte con una sabiduría añeja. El sabor de la Andalucía rebelde se desparramó sobre un escenario que adquirió, por momentos, la lejanía de un patio de Sevilla.
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Laura Falcoff
lfalcoff@clarin.com

El escenario de Opera se constituyó el miércoles en el ámbito de un acontecimiento excepcional, gracias a la actuación de tres bailaores de primera agua: Juan Fernández Montoya —universalmente conocido como El Farruquito—, su hermano Farruco y su primo Barullo. Junto con ellos, un conjunto de cantaores y guitarristas que proporcionaron al baile un marco limpiamente tradicional (entendámonos: nada de saxo ni de bajo eléctrico, tampoco flauta ni cajón peruano).

Una vez más —como suele ocurrir con otras visitas de artistas flamencos— también en este espectáculo llamado Farruquito y Farruco volvieron a ponerse de relieve las curiosas paradojas de una manifestación muy compleja, gestada (como dice el flamencólogo Félix Grande) en el seno de una pobreza tan estricta como la que sufrieron los gitanos, perseguidos y humillados, en la Andalucía de las últimas décadas del siglo XVIII.

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