viernes, noviembre 17, 2006

(crítica) UNA FIESTA PARA LOS ANALES

Homenaje a Rancapino _ Versión especial del espectáculo «Sabores» _ Cante: Rancapino y familia _ Baile: Sara Baras y su compañía _ Fecha. 15-XI-2006. Teatro Apolo.
MANUEL RÍOS RUIZ

Alonso Núñez Núñez, Rancapino en carteles y programas, es un cantaor que pertenece a una saga flamenca de verdadera estirpe, en la que siempre se evoca a su abuela La Obispa, cantaora de reunión famosa en su Chiclana natal y en toda la baja Andalucía, por sus cantes plenos de jondura, los que decía con una maestría admirable. Y su nieto Rancapino ha heredado las características de su voz «afillá» y cierto «duende» en el decir de un amplio abanico de estilos, con una trayectoria triunfal desde su deambular por los trenes, junto a Camarón de la Isla, hasta su triunfo en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, su paso por los cinco continentes y su presencia en los principales festivales.
Ahora, en un momento clave de su carrera, se le ha tributado un merecidísimo homenaje. Un homenaje tan singular como significativo, con el apoyo de esa gran estrella flamenca que es Sara Baras, que le ha dedicado una versión especial de su espectáculo «Sabores», bailando a los sones de su voz rajá, negra como un permanente luto, por martinetes y debla, configurándose un emparejamiento flamenco emocionante, arrancando una atronadora ovación de los presentes. Conformaron una estampa del mejor flamenco teatral, que nos trasponía a las funciones de los años cincuenta.

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