(artículo) Festival, guitarra y flamenco.
En esta Córdoba calurosa del mes de julio se ha puesto en marcha ya uno de los festivales más importantes del mundo, como es el de nuestra guitarra. Y por su programa, que se desarrollará entre el 5 y 17 de este mes, en distintos escenarios: Gran Teatro, Patio Vimcorsa, Salón de Mosaicos del Alcázar, Jardines del mismo, Polideportivo el Fontanar, Patio Barroco del Palacio de la Merced o Diputación, Conservatorio de Música y plaza de la Corredera, se puede observar que ha alcanzado ya su cénit artístico.
Y en este caso ya, no sólamente para elogiar su brillantez, sino para profundizar en algunos aspectos culturales sobre la guitarra y su entorno, haciendo de ella, por tanto, con estas notas, la protagonista del festival, de todo lo que la rodea, en sus manifestaciones de música clásica andaluza o del propio flamenco, desde su origen histórico, su poesía y su música, elementos autóctonos y culturales exclusivos de esta tierra.
Historia, poesía y música ya documentadas desde el siglo IX. Aquí en Córdoba, desde la época Omeya. Desde que, un personaje árabe llamado Ziryab, más conocido con el sobrenombre del "Pájaro Negro", funda en esta ciudad el primer conservatorio de música, único en su género en Al-Andalus, cuyo origen, sabemos, hay que buscar en Bagdad, capital de Irak en época de los Abasidas. Al mismo tiempo que el emir Abd- Al- Rahman II en el 833 mandaba construir la primera ampliación de la Mezquita primitiva, desde Oriente llegaba a esta ciudad la institución de enseñanza más antigua de los árabes que fue la Al-Kuttab. Esta se establecía en las dos primeras partes del edificio islámico, y si en ella, todos los viernes, además de la Al-Sallat diaria, se celebraba la Al-Jotba, al mismo tiempo, según Al-Joxamí, se dirimían pleitos y estos alternaban con la enseñanza del Al-Korám y de un plan de estudios, dividido en tres grados distintos. Los cuales --estudiados por el articulista en la interpretación artística de nuestro flamenco actual, derivado del "Falah-Al-Mencu", cuya traducción al castellano es "el habla del poeta"-- proceden, en principio, de un primer grado, que era el estudio del ritmo, el metro y las letras de canciones enseñadas con acompañamientos de instrumentos musicales --precedentes de nuestros villancicos--; segundo, el dominio de la melodía; y el tercero, una introducción a las glosas que iban a acompañar después, a cada zéjel, jarcha y muwasaha.
(leer +) [vía diario córdoba]
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