(noticia) Mariano Morillas, ganador del Concurso Nacional de Tarantas
Víctor Corcoba Herrero
El pasado fin de semana la ciudad de Linares vivió un año más por y para el flamenco, en un festival muy arraigado, desde su nacimiento en 1964, en la tradición minera y en el cante jondo.
23 de agosto. Desde hace algún tiempo llego a Linares, pueblo poblado de cultivos culturales con denominación de origen, deseoso de fundirme con sus vecinos en vecindad y con la historia viva de su fascinante memoria. Allí todas las artes tienen cabida y uno se siente en el olimpo. Andrés Segovia dejó en heredad la afición por la guitarra. Las profundas raíces mineras dieron vida a cantes brotados del fondo de la mina, donde la soledad invita a escuchar los poéticos latidos que se cuecen en las entrañas invisibles de la tierra. Todo este clima autóctono de experiencias y cátedras, surgidas por amor a la erudición, contribuye a que el flamenco en Linares tenga voz propia y estilo único, como lo avalan las fervientes pasiones de las peñas flamencas, dispuestas a dejarse la vida por el arte.
Reconozco que cada día me atrae más la campiña, su atmósfera ensortijada por Despeñaperros, las soledades de las viejas cabrias y las chimeneas mineras, el silencio de sus caminos y rutas. Las noches flamencas de agosto, respiradas desde la colina del Parque Municipal de Deportes San José, a golpe de tarantas y cantes libres, se han adueñado de mí. Servidor también busca, como el minero, la palabra justa para liberarse de tantas injusticias y por unos momentos pensar que soy libre en la libertad de soñar. El perfume de recuerdos y el aroma especial de gratitudes reconfortan y renuevan a cualquiera.
(leer +) [vía el semanal digital]
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< volver al índice