lunes, febrero 28, 2005

(artículo) Silueta del cantaor Curro Andrés

José Rienda
27/2/2005

ESCRIBIENDO estas líneas al anochecer, junto a una botella de vino. He estado escuchando, a solas, en la casa vacía, una siguiriya » Así comienza mi admirado Félix Grande su 'Memoria del flamenco', abrazando la soledad para hurtarle a la prisa, al abatimiento, a la impúdica modernidad, la predisposición casi mística con la que hay que tensar el silencio para tocar la hondura humana y escuchar los ecos de nosotros mismos: los ecos del cante flamenco.

Manuel de Falla y Federico García Lorca, con aquel Concurso de Cante Jondo de 1922, iniciaron desde el arte popular su tradición popular del arte, juego de palabras sobre el que se asienta lo substancial del universo artístico del músico de Cádiz y el poeta de Fuente Vaqueros. Ahora el flamenco ha llegado a las universidades y es objeto de estudios y cátedras. Sin embargo, esto no acrisola su esencia

El cantaor Curro Andrés (Granada, 1944), así lo explica: el flamenco es como un sentimiento raro, como un algo que sólo unos pocos alcanzan a saborear en los matices porque han tenido la suerte de que la naturaleza los ha predispuesto para ello.

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