(crítica) Ablentar los tuétanos de la tierra
JUAN VERGILLOS
Se puede decir más alto, pero no más claro. Yo asumo mi responsabilidad pero usted ha de asumir la suya. Si no ha visto a Rocío Molina no ha visto a una de las más importantes bailaoras de hoy. Y más allá de esto, si hubiera un más allá. Porque el baile de esta malagueña es un acontecimiento insólito, con ese aura rara que tienen las cosas recién paridas. Y ayer no se llenó el teatro. No obstante, reconozco que el espectáculo no me gustó. Como concepto. Está muy lejos del baile personal de su creadora. Porque en el arte de Rocío, como en todo el baile flamenco afortunadamente para nosotros, el cuerpo, el instinto, el recuerdo de cosas que no nos ocurrieron a nosotros sino a nuestros antepasados (la cueva, sí, la cueva en la que nos quieren encerrar; la cueva) el cuerpo va por delante de la cabeza. Y cuando Molina sale de su baile y se mete en su espectáculo abandona su centro. Se va a la cabeza.
(leer +) [vía diario de sevilla]
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< volver al índice