(crítica) Un lamento más allá de Peña Isasa
José Menese dejó en el bello Teatro Cervantes de Arnedo un recuerdo del alma perdida del cante jondo
José Menese -portador de una de las gargantas históricas del flamenco, amigo de poetas, confidente de pintores, políticos y médicos, hijo de un zapatero de La Puebla y abanderado de la democracia desde el Olympia de París y los suburbios del Somorrostro de Barcelona, cuando en El Pardo habitaba un general de sombrío bigote y al que todavía algunos andan desmontando de caballos de bronce entre excrementos de paloma y la polución acumulada de casi treinta años de libertades- vino el sábado a Arnedo, y ante un reducido grupo de espectadores, se paseó por el flamenco con una solvencia que contrastaba con la aparente fragilidad de su cuerpo.
PABLO G. MANCHA./ARNEDO
Un lamento más allá de Peña Isasa
POR DERECHO. José Menese y Antonio Carrión, en un momento del concierto. / MANCHA
Fragilidad en sus pasos de paloma zaherida; torpeza en el escueto tránsito que va desde los camerinos a la escena. Mas después, cuando la garganta encontraba su aliento inmarcesible y se despojaba de los cielos ateridos y los nubarrones que amenazaban desde la Peña Isasa nevada y blanca, la voz le surgía rotunda y plena, ansiosa por cantar flamenco y desgarrarse por las cicatrices que le han ido marcando desde que Chumi Chúmez lo trajera en moto hasta Madrid y Luis Rosales -el poeta- se quedara cegado ante el poder de su acento desolado o de ese mairenismo suyo que es la esencia de este José Menese extrañamente vitalista y jondo, que abrió el sábado su capote con un inolvidable cante de Trilla y que se estiró después por la maravilla del arte flamenco sin dar una sola oportunidad a lo innecesario.
(leer +) [vía la rioja.com]
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