domingo, abril 03, 2005

(entrevista) VICENTE AMIGO, GUITARRISTA

«Los genios abrimos camino»
Sin palabras, sólo con notas, el maestro sevillano habla claro al sentimiento en su quinto disco, 'Un momento en el sonido'. «Soy algo místico», confiesa
MONTSERRAT LLUIS/MADRID
«Los genios abrimos camino»
AMIGO, Y PADRE. Vicente dedica un tema a su hijo. / JOSÉ R. LADRA


DE FRENTE
Nace en Guadalcanal, Sevilla, en 1967.

Estudia guitarra en la Escuela de 'Merengue', de Córdoba.

Su consagración llega en 1989, al ganar el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba.

En 1991 presenta su primer disco, 'De mi corazón al aire'.

En 1992 compone el concierto homenaje a los 90 años de Rafael Alberti, recogido en 'Poeta'.

En 1995 graba 'Vivencias imaginadas'.

En 2000 estrena 'La ciudad de las ideas', su cuarto trabajo.

'Un momento en el sonido' se comercializa mañana, 4 de abril.
«Llevo veinte años con la misma guitarra. Y eso que un día la partí»
-¿Qué es una guitarra?

-Es un instrumento sensual porque puedes abrazarlo y no te perdona que no lo mires, que no lo toques Además, te da a medida que tú le das.

-Casi como una mujer, vamos

-No. Se parecen en la forma, pero las mujeres están más buenas y me gustan más. Ja, ja.

-Pero suenan peor

-Uh... Algunas tienen buen sonido. Ja, ja. Pero la guitarra no es sólo sonido. Es todo para mí. Me ha hecho conocer a gente maravillosa, lugares que tienen una imagen en el recuerdo como lugares que no tienen imagen.

Quien responde no es nieto de Joaquín Rodrigo, ni sobrino de Manolo Sanlúcar, ni primo segundo de Raimundo Amador. Es, en todo caso, amigo: Vicente Amigo Girol, nacido hace 38 años en algún rincón de Sevilla; de padre banquero y de madre matrona; hijo prodigio del destino y la casualidad, que, a los tres años, vio por la televisión a Paco de Lucía y «me enamoré del sonido, del mensaje, del instrumento, del intérprete». Perdidamente.

No fue una atracción frugal de juventud. Los precoces dedos de Vicente deseaban aquellas cuerdas y les bastó tocarlas una vez para quedar anudados a ellas. Para siempre. Aún creía en los Reyes Magos cuando le trajeron una guitarra de plástico. Pero, para aquel niño de profundos ojos verdes y cabello claro, nunca fue un juguete. El instrumento era su vida. «Es mi vida». Descubrió sus secretos en la Escuela cordobesa del maestro 'Merengue' y, a los quince años, ya se fue de gira por Europa como concertista.

El éxito no se perdió ninguna actuación. Estuvo presente en todas. Y de vuelta a España, en los principales festivales de flamenco. El de Cante de las Minas, el de Extremadura los ganó todos. También el de Córdoba, donde reside con su mujer y sus dos hijos, de nueve y cuatro años. Un disco de oro, un 'Ondas', cuatro Premios de la Música, un 'Grammy' El maestro toca la gloria. A la vez que su guitarra.

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