(opinión) Montoya y la rondeña

Montoya es el primer virtuoso de la guitarra flamenca y su influencia se extiende hasta la actualidad. Aún se escuchan algunas de sus falsetas en el acompañamiento al cante. Torres dedica un extenso artículo de este libro a sus relaciones con Chacón. De hecho fueron los configuradores del actual repertorio flamenco. El salto cualitativo de Montoya viene de su afición por la guitarra clásica, en concreto por la figura de Miguel Llobet, y su asimilación de las técnicas y el espíritu de ésta, que era el instrumento que se encontraba a la vanguardia de la guitarra de la época, como años más tarde ocurriría con Paco de Lucía y el jazz-rock de McLauguin, Al Dimeola y compañía. Fue tocaor para el baile y para el cante, y se inicia en la discografía de acompañamiento con Juan Breva y la Niña de los Peines en 1910. No tenemos los datos todavía de sus primeras grabaciones en solitario, aunque Torres las sitúa a principios de los años 20. Sin embargo, sus mejores grabaciones son las que haría en 1936 y de las que Torres nos ofrece un análisis decepcionante por lo ligero. Pero fue su relación con Chacón lo que marcó el futuro de este arte. Ellos crearon las bases armónicas que han marcado todo el acompañamiento posterior, sobre todo en malagueñas y en los estilos levantinos, tarantas y cartageneras, en que la simbiosis de ambos intérpretes, manteniendo lógicamente cada uno sus propias características, resulta asombrosa. Montoya creó el toque por granaínas, por mineras y por rondeñas, a partir de material tradicional.

(leer +) [vía diario de sevilla]