domingo, mayo 22, 2005

(crítica) ´A cuatro voces´, excelente

JUAN PEREZ CUBILLO 22/05/2005


El público vibró con la maestría en el baile de Yerbabuena.
Foto:JUAN CARLOS MOLINA



´A CUATRO VOCES´

Intérprete: Eva Yerbabuena

Lugar y día: Gran Teatro, 19 de mayo

Este título es la cobertura de un espectáculo flamenco que la gran bailaora granadina Eva Yerbabuena ha paseado por diversos escenarios con señalado éxito. La sala llena del Gran Teatro pudo contemplar con cuanta justicia hubo de alzarse concursos atrás con el merecido premio esta bailaora; ahora los poetas del zapato y la arena, del exilio interior o exterior --García Lorca, Aleixandre, Miguel Hernández y Blas de Otero-- hubieron de recobrar la voz en clave de baile flamenco. Sus cuatro voces fueron recogidas con la soledad en el escenario y gran sobriedad de medios, sólo el preludio de las notas de un piano con Claro de luna de Debussy y la tonalidad oscura de la luz. Eva Yerbabuena dio muestras desde el principio de su gran dominio del espacio y de su cuerpo, sólo así puede expresarse tal cúmulo de sentimientos desde la incomprensión al desgarro que sólo puede ser resuelto con la propia inmolación final. Las voces y el acompañamiento de guitarras, flauta y percusión, separados por la sobriedad de una tenue veladura, fueron la única apoyatura de la bailaora y su cuerpo de baile.

El público hubo de vibrar en complicidad con voces, armonía coreográfica y la maestría en el baile. Toda ella, cuerpo, brazos y pies, vino a mostrar como la técnica expresiva y el dinamismo no están reñidos, y es que la propuesta fue un prodigio de interpretación desde la Estrofa I, donde la seguiriya había de mostrar el fatalismo, hasta el acabamiento. Las cuatro partes hubieron de organizarse en torno a cuatro estrofas que recogen los diversos momentos anímicos, donde se combina una gran variedad de bailes, desde la serrana inicial a los fandangos, la soleá por bulerías, tientos, bulerías, con culminación en la soleá que precede al momento último; el público puesto en pie interrumpía el prodigio en que los pies del zapateado iban en feliz consonancia con los hombros y el movimiento de brazos. Fue excelente la coreografía, las voces y el acompañamiento, como pareció entender el público que puesto en pie provocó un bis.

(leer +) [vía diario córdoba]