lunes, mayo 23, 2005

(crítica) Morente estuvo descomunal

Enrique Morente Teatro Español. Madrid, 20-V-2005. Festival Womadrid. 21-V-2005.

Pedro CALVO
Dos veladas seguidas con Morente. ¡Qué vida más rara! ¡Qué contrastes! El concierto del teatro español fue una desmesura de recogimientos y sensibilidad: el maestro en maestro. Lo de la Casa de Campo fue una sinrazón: el maestro en el caos. Del segundo día poco bueno que decir. El sonido empezó siendo tan malísimo que Enrique, antes de dar comienzo a la faena se marchó dos veces del escenario después de haber rapeado con humor y paciencia cosas del tipo, «¡sonido ya queremos sonido, sonido ya!». Y mejoró algo el dichoso sonido.
Lo que no mejoró fue el comportamiento de un público tan ruidosísimo que se escuchara mejor a Enrique y su grupo saliendo de la carpa, e incluso, del recinto. Cuanto más lejos, mejor: menor el aturdimiento de gente apiñada, mordiendo el polvo, dando palmas al tuntún y hablando a voces. En tales circunstancias, Morente sacó pecho y ofreció un recital de estilos rítmicos, por aquello, imagino, de no volverse loco frente a tan tremendo follón. Una ceremonia de la confusión esta de la diversidad de la música y el alboroto verbenero.

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