sábado, junio 25, 2005

(noticia) Almería vibra con la brillante inauguración de los Juegos Mediterráneos

'Proclamo la apertura de los decimoquintos Juegos Mediterráneos de Almería'. Fueron las palabras del Rey don Juan Carlos; eran las 11:30 de la noche y fueron coreadas por los aplausos, por los gritos y por las ovaciones de las más de 20.000 personas que llenaron el estadio para seguir la ceremonia de inauguración, montada por La Fura dels Baus. También por escalofríos de emoción. Almería entraba tal vez en la mayor gloria de su historia con imágenes que podían ver millones de personas de los 21 países del Mare Nostrum. A su nombre quedaba unido para siempre 2005.


Pero era ya la enésima emoción. Se llevaba hora y media de espectáculo sin contar casi otra del prólogo infantil -uno de los logros del montaje- ni las animaciones previas fuera del estadio.

Entre otras, y la relación pudiera ser más larga aún, ahí van algunas: la estampida de los niños y el balón que se convierte en polvo de estrellas al salir por los aires, la aparición del Indalo tras una tormenta pirotécnica, el baile 'semanasantero' (consciente o no) de las legiones romanas, el cambio de las medias lunas de los minaretes por las cruces de las catedrales, la progresiva creación de la ciudad con los aportes de cada cultura -tal vez el elemento menos aplaudido debido a la irrupción de cada novedad-, la emotividad del emigrante entre 'Suspiros de España', nieve, desertización y miradas a lo que se deja atrás, y la avalancha, toda un alud físico, creativo y con fuerza, del mar de plástico.

Almería 2005 no solamente tendrá el honor de haber utilizado flamenco para el desfile de atletas en un acontecimiento deportivo, sino también de ser recibidos en más de un momento con palmas de acompañamiento en vez de los aplausos normales. Tomatito y su guitarra tuvieron la culpa.Almería vibra con la brillante inauguración de los Juegos Mediterráneos

'Proclamo la apertura de los decimoquintos Juegos Mediterráneos de Almería'. Fueron las palabras del Rey don Juan Carlos; eran las 11:30 de la noche y fueron coreadas por los aplausos, por los gritos y por las ovaciones de las más de 20.000 personas que llenaron el estadio para seguir la ceremonia de inauguración, montada por La Fura dels Baus. También por escalofríos de emoción. Almería entraba tal vez en la mayor gloria de su historia con imágenes que podían ver millones de personas de los 21 países del Mare Nostrum. A su nombre quedaba unido para siempre 2005.



Pero era ya la enésima emoción. Se llevaba hora y media de espectáculo sin contar casi otra del prólogo infantil -uno de los logros del montaje- ni las animaciones previas fuera del estadio.

Entre otras, y la relación pudiera ser más larga aún, ahí van algunas: la estampida de los niños y el balón que se convierte en polvo de estrellas al salir por los aires, la aparición del Indalo tras una tormenta pirotécnica, el baile 'semanasantero' (consciente o no) de las legiones romanas, el cambio de las medias lunas de los minaretes por las cruces de las catedrales, la progresiva creación de la ciudad con los aportes de cada cultura -tal vez el elemento menos aplaudido debido a la irrupción de cada novedad-, la emotividad del emigrante entre 'Suspiros de España', nieve, desertización y miradas a lo que se deja atrás, y la avalancha, toda un alud físico, creativo y con fuerza, del mar de plástico.

Almería 2005 no solamente tendrá el honor de haber utilizado flamenco para el desfile de atletas en un acontecimiento deportivo, sino también de ser recibidos en más de un momento con palmas de acompañamiento en vez de los aplausos normales. Tomatito y su guitarra tuvieron la culpa.

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