(artículo) No se trata sólo de zapatear y hacer palmas
DANZA: EL AUGE DEL FLAMENCO
Cada vez hay mejores bailaores, más escuelas y más tablaos. Ya se fusiona el flamenco con el malambo o el bolero y también se baila en el Faena. Un fenómeno que dejó de ser para entendidos.
Laura Falcoff.
El arte flamenco —mal conocido, escasamente comprendido e históricamente desprestigiado en la propia España— suma al auge que viene experimentando en estos tiempos, un condimento inesperado: profusión de artistas (especialmente bailaores), nacidos no sólo en Sevilla, Granada o Cádiz sino también en Nueva York, Lima, Kioto, Montreal o Buenos Aires. Y ya no el flamenco erróneamente entendido como la expresión espontánea de una pasión sin freno, sino como un lenguaje técnica y expresivamente muy complejo.
El flamenco en Buenos Aires tiene hoy profesionales excelentes, una cantidad asombrosa de alumnos distribuidos entre muchos maestros y un número cuantioso de espacios teatrales destinados al género. El panorama es tan amplio que para ilustrarlo sólo es posible elegir algunas personas y ciertos lugares representativos. Comencemos con el Avila, un restorán con tablado flamenco en Avenida de Mayo al 1300, regenteado por Miguel Hernández (hijo). El Avila comenzó a hacer shows hace dieciséis años y tiene en Miguel —un sujeto tan irascible que termina por ser simpático— su factotum gastronómico y artístico: "¿Si soy aficionado al flamenco? Es la única música que escucho desde niño", dice.
(leer +) [vía clarín]
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