domingo, enero 08, 2006

(crítica) Vigor y sombras en clave arábigo-andalusí


PABLO G. MANCHA./LOGROÑO
FLAMENCO. 'El Lebrijano', en un momento de su actuación de ayer en Riojafórum. / ALFREDO IGLESIAS

Juan Peña 'El Lebrijano' y el violín de Faiçal Kourrich protagonizaron un desigual concierto en Riojafórum
'El Lebrijano' llegó ayer a Logroño acompañado de un excelente ramillete de músicos más que notables e hizo un monocorde repaso por los principales temas de su trilogía arábigo-andalusí con la que anda enfrascado a la espera de resolver las cuestiones que tiene pendientes con 'Gabo', nobel al que asegura que va a meter por compás en un plazo indeterminado de tiempo. Habrá que esperar porque la cosa promete por pintoresca y lanzada, aunque no por nueva, ya que por ejemplo, en el último disco de Morente, el granaíno se ha atrevido con desigual acierto a musicar la carta postrera que Cervantes envió al conde de Lemos cuando sabía que la muerte le esperaba para emprender el último de los viajes que el destino le tenía preparado al preferido del sultán de Orán, tal y como llama Fernando Arrabal al manco de Lepanto.


Y allí, superprotegido por la banda de las dos orillas, tres marroquíes con el brillante violín de Faiçal a la cabeza y cinco compatriotas para agarrar el compás, 'El Lebrijano' fue desgranando la noche en un concierto efectista y monótono en el que por momentos dio la sensación de falta de facultades y de compromiso.

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