jueves, febrero 23, 2006

(entrevista) Isabel Pantoja. Una militante de la copla


Antes de sus nuevas funciones en el Gran Rex, la cantante sevillana defiende el género que cultiva.

Marina Zucchi.
mzucchi@clarin.com

Tarde sofocante en el centro porteño. El termómetro indica más de 35 grados, y en el glamoroso hotel donde se aloja la "Reina de la copla", el aire acondicionado no funciona. La mujer despotrica, pide abanicos, seca el sudor de su frente, pero no luce un elegante y pesado vestido amarillo. "¿Está lejos de aquí la playa?", interroga ávida de un paisaje donde soportar mejor tamaño "infierno".

En las puertas del hotel un treintañero tatuado con la cara de Isabel Pantoja se jacta de ser su seguidor más fanático. La espera con ansiedad porque hace cinco años que la sevillana no pisa tierra argentina. Vino para presentar en el Gran Rex su nuevo álbum, Sinfonía de la copla, en el marco de una gira que comprende Rusia y EE.UU, y agregó dos funciones, mañana y el sábado. "Llevo 21 años visitando Argentina y hay gente en primera fila a la que ya reconozco...", dice.

La rodea un séquito que no se cansa de complacerla. Entre ellos está su novio Julián Muñoz (ex alcalde de Marbella), que inicia la charla con Clarín hablando de fútbol. Hasta aquí, se esboza la imagen de una diva. Pero esa noción se desmorona progresivamente apenas Pantoja se interna en los laberintos de su biografía.

María Isabel Pantoja Martín (como en realidad se llama) tiene una nutrida historia que contar y no le da tregua al grabador. No sólo por los 43 años que pasó sobre un escenario (debutó a los siete en un teatro de Sevilla), o por los 35 discos lanzados, sino porque su crónica esconde tragos amargos. Entre ellos figura la muerte de su esposo Francisco Rivera "Paquirri", cuando toreaba una corrida, en plaza Pozoblanco, en 1984. Pero ella prefiere empezar cronológicamente por los capítulos de su infancia.

¿Qué postales de su niñez se grabaron a fuego?

No puedo olvidar la imagen de mi madre llevándome a ensayar. O el día que canté con mi padre en Sevilla por primera vez, con 7 años. Eramos una familia de clase media baja, pero nunca nos faltó qué comer. No podíamos veranear, pero éramos tan felices que la playa era la azotea.

Su infancia fue feliz, pero siempre dice que su formación resultó ardua...

(leer +) [vía clarín]