sábado, marzo 11, 2006

(crítica) Perdonen que no me levante (ozú)

sergio camacho

agonía. Un instante de la representación de 'Yerma, Mater', ayer, en el Teatro Cánovas.

málaga. A tenor de lo visto ayer en el Teatro Cánovas, parece que Salvador Távora no se ha enterado de que ya ha terminado la Segunda Modernización. Ni falta que le hace. Yerma, Mater vuelve a presentar una enorme porción de nada envuelta en la dicha y redicha mitología ancestral, ya se sabe, la Noctiluca invertida, la Virgen María imposible, el milenarismo que tanto gustó en su día a Fernando Arrabal, el campo y la sementera, las saturnales y, por supuesto, la tauromaquia. Y, de nuevo, Távora, que ante el entusiasmo del público decidió salir a saludar tras la representación visiblemente emocionado, ha vuelto a poner en la palestra a la Andalucía pacata y torpe, amargada por su pobreza y maltrecha de recursos, admiradora de un tablao donde suenan Cantores de Híspalis y encontradiza con el derramamiento de sangre como única expiación posible de sus pecados. Quizá, como tantas otras cosas, tenemos el teatro que nos merecemos.

(leer +) [vía diario málaga hoy]