jueves, abril 13, 2006

(artículo) Esplendor de la religiosidad flamenca

Saeta. Es el estilo genuino de este tiempo que, sobre una tradición de cantos religiosos que se remonta al menos al siglo XVII, consiste en interpretar coplas de la pasión sobre melodías de seguiriya y toná

j.martínez

saetera. Cante jondo.

No goza de la excelente salud discográfica que tuvo en otra época. Las dos propuestas discográficas que ilustran estas consideraciones son dos joyas, cada una a su manera, pero no estrictamente recientes. Después de ellas tan sólo ha aparecido el monográfico de Curro Piñana (Big bang, 2003). Nada que ver con la excelencia discográfica saetera de la Niña de los Peines, el Niño Gloria, Manuel Centeno o Antonio Mairena. Y eso que grabar un disco hoy es baratísimo. Son contradicciones de la sociedad de consumo ésta nuestra: cuándo más barato resulta hacer un disco es cuando sobreviene la crisis del disco.

La saeta es un género preflamenco y también es uno de los últimos en sumarse al corpus estilístico de este arte. La primera referencia escrita a la saeta es de Fray Antonio de Ezcaray (Voces del dolor, 1691), que afirma que las cantaban en Víacrucis "los reverendos Padres del Convento de Nuestro padre San Francisco, de Sevilla". Esta y otras noticas posteriores se refieren a cantos didácticos y narrativos de religiosos y misioneros que se interpretaban en Víacrucis y pregones litúrgicos. Muchas de estas saetas primitivas son al paracer fragmentos de series narrativas mayores, incluso de los evangelios. Primero las cantaban religiosos y luego las cantó el pueblo. El Diccionario de Autoridades las define en 1803 como "coplillas sentenciosas y morales". Sin embargo desde sus mismos orígenes se da en la saeta una tensión entre lo litúrgico y lo dramático, lo didáctico y lo cívico, tensión que todavía hoy manifiestan las celebraciones religiosas populares.

(leer +) [vía diario de sevilla]