martes, junio 06, 2006

(crítica) Parábola de la voz que arde


contienda. Fosforito, ayer, en el Auditorio del Museo Picasso, durante su recital en el ciclo 'Flamenco y poesía'.

málaga. Existe el arte en su sentido trágico, esa paradoja a la que Nietzche dedicó buena parte de su delirio y que mueve a la complacencia, incluso al placer, cuando lo que se percibe se acerca peligrosamente al sufrimiento. Ayer, quienes tuvieron el buen tiento de acercarse al Auditorio del Museo Picasso para asistir a la puesta de largo de la segunda edición del ciclo Flamenco y poesía, organizado por Málaga en Flamenco y el Centro Cultural de la Generación del 27, disfrutaron de una buena representación de esta oscura parte del alma humana. El preludio de Félix Grande dio paso a la agónica y conmovedora actuación de Antonio Fernández Díaz Fosforito, quien no dudó en sacar de lo perdido para representar al artista dispuesto a la inmolación. El sacrificio, así aceptado, enmudece. Sólo desde el corazón se comprende.

(leer +) [vía málaga hoy]