domingo, agosto 29, 2004

(entrevista) "Me gustan los límites"

* El ´bailaor´ está inmerso en el rodaje de La leyenda de un crimen, su primera película
LUIS PLIEGO 29/08/2004

Hay que poseer mucha capacidad de síntesis para resumir las razones por las que Rafael Amargo (Pinos Puente, Granada, 1975) merece una entrevista. Este payo agitanado por el flamenco lleva tres meses llenando a diario, un teatro madrileño con Enramblao, una función inspirada en la Ciudad Condal; rueda La leyenda de un crimen, su primera película, y se dispone a montar un espectáculo en la ciudad de Las Vegas. Antes de que acabe el año, además, se estrenará como padre. No todo son alegrías: una excompañera lo ha denunciado por una presunta agresión.

El bailaor del momento habla, come y sujeta (él mismo) la grabadora sin detenerse a tomar aliento. Como casi todos los grandes divos, ama el exceso y no duda en abrirse en canal para que los demás vean de dónde sale su arte.

--Al fin el cine ha llamado a su puerta.

--Acabo de empezar La leyenda de un crimen, un documental de ficción basado en los hechos que inspiraron a Lorca Bodas de sangre. Me gusta que mi primera película sea seria. Quiero hacer una larga carrera como actor.

--Alardea de llevar una vida canalla. ¿Dónde empieza la leyenda?

--Digamos que tuve una adolescencia muy diferente a la de mis amigos. Me fui a los 19 años a vivir a Tokio. A los 21, cuando volví, ya me había casado y separado. En Japón viví a lo grande. Allí, con el flamenco se gana mucho dinero. Cada fin de semana me escapaba a lugares increíbles: Bali, Singapur, Kuala Lumpur.

--"Me encanta el local más pijo del mundo y una chabola con unos gitanos en una fiesta. Me encantan los límites porque ni yo mismo sé lo que soy". Esto lo dijo en el 2001.

--¡Qué moderno era!

--¿Ya sabe lo que es?

--Pues todavía no. Pero sí que es verdad que me gustan los límites. Me gusta que me pasen cosas. No me reprimo en nada y me meto en todo. Algo más claro que antes sí tengo lo que soy. Ahora, por ejemplo, voy a ser padre. Eso me está sentando la cabeza.

(leer +) [vía el periódico Mediterráneo]