(crítica) Un espectáculo sobresaliente. Pedro Callejas Medina
Bienal de Flamenco. A mis soledades voy, de mis soledades vengo es un espectáculo al que no se puede pedir más. Lo presenciado anoche en el Teatro Maestranza fue un reflejo de lo que es ahora la carrera de su protagonista, José Menese, uno de los más grandes cantaores en activo actualmente.
Un espectáculo sobresaliente
El de la Puebla de Cazalla ha sido muy valiente con este espectáculo ya que los elementos de la mezcla que se partía –el flamenco y la poesía del Siglo de Oro español–, aparentemente, iban a ser como el agua y el aceite, y no resultó así. Bajo el guión y la dirección de Luis Torres Rubio, Menese ha cuajado un espectáculo espléndido y altamente generoso con los espectadores. Junto a lo más importante en estos casos, todo lo que rodeaba el montaje fue eminentemente flamenco.
En las propuestas de José Menese nunca se tiene duda de esto último porque se trata de un flamenco serio que respeta la tradición con un purismo absoluto. Un gran valor en estos tiempos que corren de flamenquito y cantarines. Así lo dejó claro con su propuesta de anoche y salió a la perfección. Menese introdujo algo nuevo –que hasta ahora nadie se había atrevido a hacer– y no se apartado ni un ápice del flamenco.
Su innovación cuenta con otro matiz que es el haber puesto sobre el escenario cantes que se empezaban a echar en falta en los grandes eventos de esta Bienal de Flamenco. Cantes que no gozan de la popularidad entre el público con que cuenta una bulería y que son tan importantes como ella porque son parte del acervo cultural de este gran arte que es el flamenco. Puso sobre el escenario cantes como la toná, la rondeña, la petenera o la liviana.
Cante flamenco con coplas de cuatro versos octosílabos, el segundo y el cuarto asonatados, que se suele rematar con un terceto imperfecto.
(leer +) [vía flamenco news]
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