domingo, noviembre 28, 2004

(artículo) El maestro Ruiz Miguel


Cuentan del legendario maestro del cante, Manuel Torre, que era hombre imprevisible, desempeñando en el arte flamenco un papel semejante al que Rafael "El Gallo" representaba en el del toreo. Ambas tareas, arte flamenco y tauromaquia, se desarrollan en un mundo peculiar lleno de anécdotas, de ocurrencias, de golpes de ingenio, de cosas más o menos inconfesables y de intereses nobles, menos nobles y mezquinos. Son esferas complejas en las que la leyenda compite con la historia y la realidad con la fantasía, en donde el arte y la riqueza, la afición y los negocios se cruzan e interactúan generando situaciones y circunstancias que desbordan a la imaginación más atrevida. Sobre todo en el toro, porque en el toro hay más negocio y más riesgo. Ciertamente que ambos universos trascienden ya los límites de este territorio nuestro de Andalucía, pero su enraizamiento y sus formas conducen ineludiblemente a la memoria a intuir que la inspiración viene de estos campos y de estos modos. Lo andaluz está ahí latiendo y en el latido sobresale esa vehemencia tan característica de nuestra estirpe, que contribuye a encender las pasiones.

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