(crítica) Enrique Morente, un minero más

El cantaor recibe emocionado el homenaje de La Unión y recuerda cuando quiso actuar en los años sesenta y le aconsejaron: «Acuéstese usted, aprenda y vuelva el año que viene»
JOSÉ ALFONSO PÉREZ/LA UNIÓN

MAESTRO. Enrique Morente muestra al público su flamante carburo minero. J. M. RODRÍGUEZ / AGM

El Festival del Cante de las Minas grabó el 12 de agosto de 2003 una jornada para la historia con el homenaje a Antonio Gades, que no pudo acudir por la enfermedad que, después -el mes pasado- le quitaría la vida. Este año, el elegido para el agasajo institucional ha sido otro personaje capital de la cultura española, Enrique Morente y, por supuesto, no cabe sino refrendar este 10 de agosto de 2004 como una nueva fecha célebre para la posteridad.

La sala de usos múltiples del Museo Minero se quedó pequeña para acoger el acto de homenaje. En el aforo, su mujer, Aurora Carbonell La Pelota, varios miembros de su familia y un amplio abanico de aficionados y expertos flamencos. En la mesa, el director adjunto de La Verdad -periódico que patrocina el certamen-, Mariano Caballero, quien habló del homenajeado como «un monstruo como artista y como persona, comprometido en su quehacer con los que sufren y con los derechos humanos».

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