(reportaje) Farruquito. Y el príncipe huyó

• Farruquito regaló arte ante 12.000 gitanos en La Mina a los que negó simpatía y complicidad


Farruquito, en un vibrante giro durante su actuación del sábado por la noche en el parque del Besòs. Foto: JORDI COTRINA

MAYKA NAVARRO
SANT ADRIÀ DE BESÒS

Él mismo lo reconoció no hace mucho en una entrevista: "Tengo muy mal genio. Soy muy desaborío cuando me irritan". Debe ser eso. Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito, anda estos días irritado. Sólo así se entiende que el sábado por la noche, en La Mina, el indiscutible príncipe del flamenco no regalara ni un solo gesto de complicidad y de cariño a los cerca de 12.000 gitanos que aclamaron con palmas y olés su arte y su gitanidad en el parque del Besòs.
Las gitanas empezaron a acicalarse por la tarde. Se cepillaron las melenas, ennegrecieron las pestañas, se lustraron el oro y salieron en procesión a buscar sitio desde donde fotografiar con el móvil al nieto de Farruco. La actuación del bailaor era el broche de oro con el que el Centro Cultural Gitano de La Mina cerraba el concurso de cante.
Con el corazón partío y los nervios desatados, los organizadores llegaron a temer, por la mañana, que Farruquito no bailara. Las exigencias que pedía su representante les desbordaron: faltaban 40 focos, el suelo del escenario, traído expresamente de Sevilla, no lo podía pisar nadie más que él, café y té calientes en el camerino, plátanos, piña, y ni una sola persona a su alrededor que le alterara, le tocara o le increpara en los escasos cien metros que separaban el camerino del escenario. "Ese niño anda perdido, se está endiosando. Como no salga de esa burbuja lo va a echar todo a perder, todo", relataba, con sincera pena, un gitano de respeto de La Mina.

(leer +) [vía el periódico de catalunya]